Nunca he visto deportes.
No porque no entienda el atractivo, sino porque ver deportes = no vivir tu propia maldita vida.
Este correo electrónico puede enojar a algunas personas, pero a mí no me importa. He permanecido en silencio durante demasiado tiempo.
Cuando estás pegado a la pantalla, animando la victoria de otro, no eres tú quien marca los goles.
Eres sólo un espectador en el ámbito de la vida. Y ahí es donde radica el problema.
No se trata sólo de deportes.
Reality TV, chismes de celebridades, dramas políticos: todo es lo mismo.
Cada uno es una distracción que te impide vivir tu propia historia. Claro, te consuelan, pero ¿a qué precio?
Cada hora que dedicas a la vida de otra persona es una hora que no dedicas a tu propio crecimiento, a tus propias metas. Disfrutar de estas actividades con moderación está bien, pero es importante asegurarse de que no eclipsen su desarrollo personal.
¿Crees que ver deportes es lo tuyo? No es tu victoria lo que estás animando. Es una falsa sensación de logro que te da la ilusión de ser parte de algo más grande.
Pero no lo eres.
Todavía estás en tu sofá, sin cambios, mientras otros están ahí afuera haciendo que las cosas sucedan.
No es tu drama, ni tu emoción. Es de otra persona y tú simplemente estás de viaje.
Cuando inviertes tu tiempo y energía en ser un espectador, estás perdiendo oportunidades reales de involucrarte con tu vida.
La ilusión del logro
¿Alguna vez te has preguntado por qué ver deportes o ver programas de televisión en exceso es tan satisfactorio? No es sólo porque sean entretenidos.
Cuando miras un momento emocionante en la televisión, tu cerebro libera dopamina, la sustancia química que te hace sentir bien. Es la misma sustancia química que inunda tu cerebro cuando logras algo significativo en la vida real. Engaña a tu cerebro haciéndole sentir que has logrado algo, aunque estés sentado en el sofá.
El problema es que la liberación de dopamina al ver deportes o reality shows es una solución rápida y superficial.
Un estudio de los Institutos Nacionales de Salud encontró que la actividad cerebral de los fanáticos de los deportes que ven ganar a su equipo refleja los mismos centros de placer activados por los logros personales.
Entonces, básicamente te estás drogando con el éxito de otra persona.
Esto puede crear una dependencia similar a la adicción. Te enganchas al drama, la emoción, los altibajos de un juego o un espectáculo.
Piénsalo. ¿Alguna vez conociste a alguien que vive y respira su programa de televisión o equipo deportivo favorito? Pueden contar cada episodio o juego, pero pregúntales sobre sus propios logros y obtendrás grillos.
Cuando busca constantemente estas soluciones rápidas, está menos motivado para perseguir sus propios objetivos.
Estás atrapado en un ciclo de espectador, siempre mirando, sin hacer nunca. Y esta no es sólo mi opinión: los estudios la respaldan.
Tu lealtad hacia un equipo o una celebridad no nace de algún destino cósmico: es pura casualidad.
Si tus padres se hubieran conocido en un bar, fiesta o viaje diferente, es posible que hubieras nacido en un lugar completamente diferente, animando a un equipo diferente.
Tus lealtades se basan en factores arbitrarios como el lugar de nacimiento o la tradición familiar.
Es posible que sientas una conexión profunda con tu equipo, pero en realidad, es solo producto del lugar donde creciste.
Hey! Escucha. Lo entiendo. No es tu culpa.
Este fenómeno no es nuevo. A lo largo de la historia, la gente ha utilizado el entretenimiento como herramienta para distraer a las masas.
Tomemos como ejemplo los juegos de gladiadores romanos. Eran un medio para desviar la atención pública de las cuestiones reales.
El término "pan y circo" describe bastante bien esta estrategia: mantener a la gente alimentada y entretenida, y no cuestionarán lo obvio.
Si avanzamos hasta el día de hoy, veremos la misma estrategia en juego.
Los grandes eventos deportivos, los reality shows de televisión e incluso las películas de gran éxito nos mantienen ocupados, por lo que no nos centramos en lo que realmente importa.
Pero al sumergirse en estos espectáculos, se pierde de vista el panorama más amplio. Es un escape conveniente, pero también una trampa.
Cuando comprendes que tu fandom acérrimo es circunstancial y está estratégicamente ubicado para mantenerte distraído, comienzas a ver el valor de recuperar tu tiempo .
Empiece a cuestionar estas lealtades y concéntrese en construir una vida basada en sus valores, no en lealtades arbitrarias.
¿Alguna vez pensaste en el verdadero costo de ser espectador?
Cada hora que pasas viendo a otros vivir sus vidas es una hora que no estás invirtiendo en tu propio crecimiento , habilidades o sueños .
Es hora de que nunca vuelvas.
Seamos realistas. Cada vez que estás pegado a una pantalla, animando los logros de otra persona, te estás perdiendo lo tuyo.
Podrías dedicar esa hora a aprender una nueva habilidad, trabajar en un proyecto personal o simplemente hacer algo que te haga realmente feliz.
La pequeña charla es un síntoma de esta cultura de espectador. Y lo odio absolutamente.
Cuando tu mente está llena de cosas inútiles sobre la vida de los demás, tus conversaciones naturalmente se vuelven igualmente aburridas. Hablar del partido de anoche o del último episodio de un reality show es superficial.
No te desafía.
No te inspira.
Ciertamente no te empuja hacia adelante.
Cuando llenas tu mente con intereses superficiales, terminas teniendo conversaciones superficiales.
Las conversaciones triviales pueden ser un lubricante social, pero mantienen las interacciones seguras y predecibles y, en última instancia, las hacen carentes de sentido.
Hable de ideas, no de eventos.
Hable sobre el crecimiento personal, no sobre los escándalos de celebridades.
Cuando participas en conversaciones más profundas, formas conexiones más fuertes y estimulas tu mente de maneras que las conversaciones triviales nunca lograrán.
Además, la calidad de tus conversaciones afecta directamente la calidad de tus relaciones.
La vida es demasiado corta para gastarla viendo a otros vivir la suya. Comprométete con tu propia vida. Persigue tus propios objetivos. Tenga conversaciones significativas. La vida auténtica no se trata de encajar o seguir a la multitud, sino de encontrar y seguir tu propio camino.
Empiece a cuestionar estas distracciones. Concéntrate en construir una vida basada en tus valores, no en lealtades arbitrarias.
Os dejo con esto:
“ La locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando resultados diferentes ”
Albert Einstein
Gracias por escuchar mi perorata.
Estratégicamente tuyo,
ben
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