En el espacio Web3 se ha estado gestando una conversación que debemos abordar. Hace poco me encontré con una publicación de un reclutador que me dejó sin palabras: declaraba orgullosamente que acortaba las entrevistas en el momento en que se daba cuenta de que los candidatos no habían usado criptomonedas en su vida personal. Esta postura, que equiparaba la falta de experiencia en criptomonedas hoy con el analfabetismo informático en 1999, me hizo reflexionar. Representa una mentalidad que podría obstaculizar seriamente el futuro que estamos tratando de construir.
Pongamos las cosas en perspectiva por un momento. El mercado mundial de criptomonedas actualmente ronda los 2 billones de dólares, una cifra impresionante hasta que se considera que los mercados de valores tradicionales están valorados en más de 100 billones de dólares. Pero lo importante es que esta brecha no es una debilidad. Es una oportunidad enorme, que solo podemos aprovechar si estamos dispuestos a acoger y fomentar el talento de todos los orígenes.
La comparación con la alfabetización informática en 1999 pasa por alto un punto crucial. Para entonces, las computadoras ya habían sido parte integrante de las oficinas y los hogares durante más de una década. La Web3, a pesar de todo su potencial revolucionario, todavía está en su infancia. Si queremos un paralelo histórico más preciso, pensemos en los primeros días de Internet. Las empresas que prosperaron no fueron las que exigieron años de experiencia en Internet, sino las que reconocieron el potencial y contrataron a mentes brillantes ansiosas por explorar y dar forma a esta nueva frontera.
Esto es más importante de lo que se cree. En este momento, gigantes como BlackRock y Franklin Templeton están apenas comenzando a incursionar en los mercados de tokens. Al excluir a los profesionales de orígenes tradicionales, no solo estamos limitando nuestro grupo de talentos, sino que también nos estamos privando de la experiencia y las redes que necesitamos para construir puentes entre estos mundos.
Existe otro riesgo al que nos exponemos cuando contratamos únicamente a personas nativas de las criptomonedas: las cámaras de eco. Cuando todos los miembros de tu equipo comparten los mismos antecedentes y experiencias, resulta peligrosamente fácil perder de vista cómo ve tu producto la gente de fuera. Algunas de las soluciones más innovadoras provienen de personas que pueden ver ambos lados, que comprenden tanto los puntos débiles de los sistemas tradicionales como el potencial transformador de la Web3.
Sí, las criptomonedas han mostrado un crecimiento notable, con una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) de más del 200 % en la última década. Pero un crecimiento sostenible y a largo plazo requiere una adopción generalizada. Necesitamos miembros del equipo que puedan hablar ambos idiomas, que entiendan la mentalidad de los usuarios tradicionales y, al mismo tiempo, capten el potencial revolucionario de la tecnología blockchain.
En lugar de crear barreras, imagine lo que podríamos lograr si invirtiéramos en personas que mostraran curiosidad y capacidad de adaptación. Imaginemos programas de incorporación que transformen a individuos talentosos en expertos en la Web3, aportando sus perspectivas y experiencias únicas. Pensemos en productos que den la bienvenida tanto a los veteranos como a los recién llegados a las criptomonedas, haciendo que la transición a nuestro mundo sea más fluida e intuitiva.
El panorama regulatorio de las criptomonedas aún está tomando forma, mientras que las inversiones tradicionales operan dentro de marcos bien establecidos. Este período de transición no es un momento para la exclusividad; es precisamente cuando más necesitamos perspectivas diversas. Las personas con experiencia en finanzas tradicionales no son pasivos, son activos que pueden ayudarnos a sortear los desafíos regulatorios y crear productos que conecten ambos mundos.
La próxima ola de innovación en la Web3 no surgirá de la construcción de muros, sino de la combinación de las ventajas únicas de la tecnología blockchain (como la accesibilidad global y la diversificación mejorada de la cartera) con la estabilidad y la sabiduría de las finanzas tradicionales. Cuando descartamos candidatos únicamente por su falta de experiencia en criptomonedas, no solo estamos limitando nuestro grupo de talentos, sino que estamos contradiciendo los principios mismos de descentralización y accesibilidad que hacen que la Web3 sea revolucionaria.
Todos los expertos en criptomonedas fueron alguna vez principiantes. Cada usuario común que se suma a nuestro espacio nos acerca un paso más a la adopción generalizada. El futuro de la Web3 no depende de la exclusividad, sino de nuestra capacidad para acoger e integrar a personas talentosas de todos los orígenes. Si realmente queremos transformar el panorama financiero global, debemos empezar por transformar nuestra forma de abordar el talento.
Al fin y al cabo, al fin y al cabo, no estamos simplemente creando nuevas tecnologías, sino un mundo nuevo. Y ese mundo debería tener espacio para todos los que quieran contribuir a su creación.