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Tienes un correo... Asunto: La ciencia del cerebro, no solo la informática, es el futuro del trabajopor@reframejeff
Nueva Historia

Tienes un correo... Asunto: La ciencia del cerebro, no solo la informática, es el futuro del trabajo

por Jeff Szczepanski4m2024/06/30
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Demasiado Largo; Para Leer

El futuro del trabajo depende de la integración de la ciencia del cerebro en nuestros entornos informáticos. Nuestros cerebros están conectados evolutivamente para comprender las relaciones espaciales mucho mejor que las etiquetas o carpetas abstractas. El software moderno puede notificarnos sobre nuevos mensajes o cambios en documentos, pero no comprende el contexto de por qué son importantes estas actualizaciones.
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El “futuro del trabajo”. Promete mucho, pero me temo que cumplirá muy poco. Se trata de un problema antiguo que ha existido desde los albores de la era tecnológica. Estamos atrapados en el ciclo de aplicar la informática en lugar de la ciencia del cerebro. Tomemos el correo electrónico como ejemplo. Sí, es una herramienta increíble que ha transformado la comunicación (más rápido, más grande y más barato son los barómetros más obvios para el éxito), pero no logra replicar la forma en que los humanos interactúan con el correo físico.


Cuando recibimos una pila de cartas (correos electrónicos en papel), instintivamente las clasificamos según su relevancia inmediata, creando pilas dinámicas para facturas, correspondencia personal o asuntos urgentes. Es un proceso fluido y adaptativo, impulsado por una complejidad de contexto que se encuentra fuera de ese montón. Se alinea perfectamente con nuestro cerebro, que está programado para comprender las relaciones espaciales. Sin embargo, el correo electrónico, profundamente arraigado en la informática, requiere que predefinamos categorías, asignemos etiquetas y naveguemos a través de estructuras rígidas que no se ajustan naturalmente a nuestros procesos cognitivos.

La ciencia de gestionar cosas digitales

Hay un gran libro llamado La ciencia de gestionar nuestras cosas digitales, de Ofer Bergman y Steve Whittaker, que profundiza en cómo nuestro cerebro maneja la información. Destaca cómo la informática tradicional pasa por alto nuestras predisposiciones evolutivas. Por ejemplo, cuando gestionamos documentos digitales, a menudo tenemos problemas con estructuras de carpetas predefinidas y convenciones de nomenclatura. Por el contrario, nuestros cerebros son expertos en organizar elementos físicos de forma espontánea en función de su importancia inmediata.


Esta discrepancia subraya la necesidad de un diseño más intuitivo y amigable para el cerebro en nuestros entornos informáticos. Estos pensamientos se reflejan en el concepto de Cal Newport del flujo de trabajo de la "mente colmena hiperactiva"; otra observación que resume perfectamente la naturaleza caótica y fragmentada del trabajo moderno impulsado por herramientas digitales mal diseñadas.

Cerebros como computadoras, no computadoras como cerebros

Nuestra interacción con las computadoras a menudo se siente inconexa porque las interfaces de escritorio actuales no fueron diseñadas teniendo en cuenta la productividad humana como enfoque principal; en cambio, surgieron de la necesidad de resolver problemas informáticos, como cómo hacer que varios programas se ejecuten simultáneamente e interactúen sin problemas en una sola pantalla. Si bien este enfoque mejoró la productividad al hacer que las computadoras fueran más fáciles de usar, a nivel humano todavía es difícil trabajar con ellas. Desde mi perspectiva, el futuro del trabajo depende de la integración de la ciencia del cerebro en nuestros entornos informáticos. Si priorizáramos la maximización de la capacidad humana desde el principio, nuestras herramientas digitales serían muy diferentes, permitirían una colaboración fluida y respaldarían eficazmente los modos de trabajo multijugador.


Tomemos la conciencia situacional como sólo un ejemplo. En entornos digitales es crucial para la productividad tanto individual como empresarial. El software moderno puede notificarnos sobre nuevos mensajes o cambios en documentos, pero no comprende el contexto de por qué estas actualizaciones nos importan, incluso si los filtros inteligentes hacen todo lo posible para cumplir esa función. Esto nos obliga a examinar las notificaciones y decidir qué es relevante, lo que a menudo genera una sobrecarga de información. Según un estudio de Stripe y Harris Poll, los trabajadores del conocimiento dedican alrededor del 60% de su tiempo al trabajo sobre el trabajo, en lugar del trabajo calificado para el cual fueron contratados. Nuestros cerebros están conectados evolutivamente para comprender las relaciones espaciales mucho mejor que las etiquetas o carpetas abstractas, por lo que es fundamental que diseñemos herramientas que se alineen con nuestras formas instintivas de clasificar y priorizar.

Liberar valor en un trabajo significativo

¿Cuál es el valor inmediato de rediseñar nuestros entornos informáticos con principios de la ciencia del cerebro? Va más allá de las ganancias incrementales a nivel de tarea y puede desbloquear el potencial tanto del individuo como de la organización. Por ejemplo, una mejor alineación entre los procesos cognitivos humanos y las herramientas digitales puede reducir el esfuerzo desperdiciado y minimizar la confusión agravada por el trabajo mal dirigido. Esto da como resultado un trabajo de primer paso más preciso, acelera la finalización del proyecto y crea un círculo virtuoso de productividad. Con demasiada frecuencia veo equipos empujando colectivamente en la dirección equivocada; eficiencia y ser ineficiente. Esto también conlleva una pérdida significativa de valor. Si lo suyo son los números, considere que un informe de IDC estimó que, sólo para las empresas Fortune 500: el costo de ser improductivo supera los 30 mil millones de dólares al año.


Los entornos informáticos basados en la ciencia del cerebro cambiarán fundamentalmente la forma en que operan las empresas. Si bien las mejoras tradicionales a nivel de tareas ofrecen ganancias incrementales, alinear la comprensión humana y informática promete aumentos exponenciales de la productividad. Una alineación adecuada garantiza que las personas estén realizando las tareas correctas, reduciendo el esfuerzo desperdiciado y creando un entorno de trabajo más eficiente e innovador.


El futuro del trabajo no debería consistir en conseguir esa “ventaja”, sino en abrir un abismo de productividad. Existe una enorme oportunidad sin explotar al repensar cómo integramos la ciencia del cerebro con la informática. Al centrarnos en estas áreas, podemos desbloquear una productividad y creatividad sin precedentes en nuestro entorno laboral, creando una fuerza laboral más comprometida, eficiente e innovadora y logrando una verdadera excelencia operativa.